Con la escogencia del Pedrito Pereira como nuevo alcalde encargado de Cartagena, pareciera que empezara a hacerse bonanza en la borrasca que ha hecho perder el rumbo a la ciudad.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que desde el momento en que al entonces alcalde Manolo Duque le fue aceptada su renuncia el 7 de noviembre 2017, la ciudad ha navegado a la deriva y sin rumbo alguno por carecer de un Plan de Desarrollo que la guie. El Plan de Desarrollo de Manolo, “Primero la Gente”, feneció desde ese mismo momento, o sea, desde hace más de nueve meses y al que la seguidilla de encargos a Sergio Londoño, y finalmente su designación, perturbaron su ejecución.
Le corresponderá a Pedrito enderezar el camino. Ya las circunstancias marcarán el rumbo así sea breve el tiempo que falta para completar este huracanado periodo que en menos de cuatro años completa cinco alcaldes de la ciudad.
Es norma. El artículo 339 de la Constitución Política así lo dice. Todas las entidades territoriales elaborarán y adoptarán de manera concertada entre ellas y el gobierno nacional sus Planes de Desarrollo, con el objeto de asegurar el uso eficiente de sus recursos y el desempeño adecuado de las funciones que les hayan sido asignadas por la Constitución y la ley; y agrega además la Constitución en su artículo 340, que habrá Consejos Territoriales de Planeación.
La regla es clara. Los Planes de Desarrollo Territorial tendrán en cuenta tanto el programa de gobierno del alcalde o gobernador electo, así como el Plan Nacional de Desarrollo.
Para el caso que nos ocupa, el Distrito de Cartagena, su Alcalde, dice la Ley 152 de 1994, debió haber presentado por conducto de su Secretario de Planeación y a consideración del Consejo de Gobierno el proyecto de su Plan de Desarrollo, y no lo ha hecho.
Han pasado cuatro meses después de la posesión del elegido Quinto Guerra y tampoco, por obvias razones, se ha puesto a consideración del Consejo Territorial de Planeación el correspondiente Plan de Desarrollo, del que dice la Ley que debió hacerse dentro de los dos meses siguientes a la fecha de posesión del mandatario; lo que en razón a la danza de inestabilidad administrativa tampoco ha permitido que se envié ni estudie el Concejo. Pero, ¿cuál Concejo?
La Ley 1617 de 2013, es enfática. Su artículo 21, dice que toda administración Distrital, para este caso, deberá contar, indefectiblemente, con un Plan de Desarrollo.
Ahora, desde el 7 de junio del presente año, o sea, desde hace algo más de tres meses, la ciudad estuvo al mando de Yolanda Wong, quien continuó llevando la ciudad sin rumbo alguno al no presentar el Plan de Desarrollo que ni el elegido tuvo tiempo de hacerlo ni ella, que lo remplazó, lo hizo.
Entonces, ¿bajo qué parámetros legales se ha gobernando la ciudad después de la renuncia de Manolo, y que ha hecho el Consejo Territorial de Planeación al respecto? No sabemos.
Hay esperanza en que el nuevo encargado, Pedrito Pereira, haga lo que le corresponde para rectificar el perdido rumbo administrativo de la ciudad. Dios lo guie.
Por: Álvaro Morales