El doctor Goebbels es conocido como el ideólogo de Hitler para la manipulación psíquica de las masas alemanas, fue fundador del Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda, y desde allí creó toda una escuela de la manipulación psíquica que hoy es referencia, unos más otros menos, para los gobiernos del mundo, ninguno lo ignora. Aquí el gobierno deriva raudo hacia el fascismo, es verdad que es chabacano, ramplón, pero fascismo al fin. Las señales se muestran nítidas, no se detienen. Alarman. Veamos.

Todos los días ocurren excesos, mentiras, acusaciones vagas. Al principio se le atribuyeron a la inexperiencia, que sí la hay, a la incompetencia, que es innegable; pero ahora, con el pasar del tiempo, hay que reconocer que se subestimó la capacidad del cerebro real de Miraflores. Ya la derecha no avergonzada lo detectó, y cuando Poleo dijo que era un hombre culto le cayeron encima en aquel programa de televisión de Miami que cada día se parece más al de los miércoles en la noche. Pero vamos al grano, o mejor, vamos al arado.

El cerebro de Miraflores dirige el deslizamiento al fascismo. Lo primero en esa empresa es instaurar la mentira como forma de gobierno, y nadie puede negar que este es el gobierno más mentiroso que ha parido esta Patria. Es así, la mentira se ha constituido en un arma de combate, todo lo malo lo niegan, lo disfrazan con embuste. Lo segundo, es buscar un culpable, que debe ser creíble y sobre todo visible, Trump no sirve porque es lejano, la guerra económica es un concepto vago, gaseoso, no cumplen los requerimientos, es entonces, que consiguen a los colombianos como objetivo del fascismo. Los acusan de todo, desde el bachaqueo hasta de los problemas con la electricidad, el raro atentado, el precio de la gasolina, la posible y remota invasión. Todo.

Pero no es suficiente, y allí el cerebro que estudió el asunto, sabe que mientras algo no está sembrado en el inconsciente no ejerce verdadera influencia sobre la conducta. Entonces pasan a otra etapa y la palabra “colombiano” califica todo lo malo, pasó a ser un insulto, la prueba es su uso para desprestigiar a una persona. Dicen en un programa de televisión adicto al gobierno que Ravell es el jefe de la agresión contra Venezuela, la dirige. Hasta allí es una acusación propia del juego político, el asunto se agrava cuando califican a Ravell de colombiano. Usar el gentilicio colombiano como un insulto, una descalificación, es una manipulación fascista del lenguaje, allá convirtieron el gentilicio “judío”, y sus derivados como “ladino”. Es un insulto y una condena sin juicio, esa deformación del lenguaje fue fundamental para instalar en el inconsciente colectivo las ideas del nazismo.

Para que amplios sectores de las masas acepten la tragedia que hoy vivimos, la metabolicen, necesitan dos factores principales: primero, un proceso embrutecedor, que abusen de la credulidad de los humildes, no permitirles pensar, reflexionar; segundo, inventarle un enemigo, en este caso los colombianos.

Los días son de alto peligro, el fascismo corre como una bola de nieve. El gobierno, acorralado por su propia estulticia, apela a medidas fascistas, y esa deriva puede terminar en una guerra. A menos que la sociedad aplique sus propios medios de sanación.

Por: Toby Valderrama Antonio Aponte