Voy por el capítulo cinco de la serie Gift, quería esperar a terminar para realizar esta reflexión, pero no he podido, mis dedos se han vuelto locos en el teclado y aquí estoy, sin poder evitar contaros una realidad que se aplica tanto a mujeres como a hombres, pero que se suele acentuar y generalizar más con el sexo femenino.

Si no nos entienden, estamos locas, si nos comportamos como realmente nos sentimos, estamos locas, cuando alguien nos quiere silenciadas, siempre estamos locas, pero sobre todo estamos locas si vemos, oímos o escuchamos cosas que los demás no pueden.

Para los que no lo sepan, se dice que todos tenemos un tercer ojo invisible situado entre los otros dos, me refiero a la glándula pineal, científicamente podemos decir que produce la melatonina, pero según la magia, abrir este tercer ojo nos permite desbloquear y abrir puertas que los humanos cerramos cuando nos hacemos adultos y comenzamos a razonar todo.

Para muchos, el tener abierto el tercer ojo supone una bendición y para otros una pesadilla, y según testimonios que he escuchado, no es agradable ver o sentir lo que otros no ven, las sombras la mayoría de las veces dan miedo, y esas personas tienen que vivir con ellas y aparentar que son normales.

Bueno, he dicho normales porque todo lo que la gente no entiende es juzgado o tratan de silenciarlo, todo lo que ellos no asumen como normal porque se escapa a su comprensión es motivo de persecución o criminalización social.

Hace muchos años se silenció a las brujas quemándolas en la hoguera, pero hoy en día existen otros métodos para silenciar a alguien, por eso, las personas que tienen dones fuera de lo común prefieren callarlos.

Gift es una serie turca que comienza con pinceladas de misterio y poco a poco te va enredando, y como si fuera una telaraña empieza a atrapar al espectador en sus redes y no lo deja escapar.

La trama se va complicando con el paso de los capítulos, pero lo que realmente me ha hecho escribir sobre esta serie es el hecho de que se cuestione lo que le sucede a la protagonista, Atiye, interpretada por Beren Saat. La protagonista es tachada de loca, y yo me pregunto… ¿Cuántas mujeres habrán sido tachadas de locas y cuantas en estos momentos estarán sufriendo ese mismo problema?

Si los demás no pueden ver lo que tú ves, te medican y te obligan a ir a un psiquiatra porque supuestamente todo es producto de tu imaginación.

Estoy segura de que en estos momentos habrá muchas personas que se sentirán identificadas con estas palabras, muchas personas que cuando ven sombras deben disimular y mirar hacia otro lado para no asustar a los demás.

Que extraño es todo, ¿verdad? Antes se pensaba que la homosexualidad era un problema mental que debía ser tratado por un médico, bueno, estoy segura de que aún hay gente que lo sigue pensando.

Nunca entenderé este mundo, mi hija dice que soy como Campanilla; duce, risueña y con buen corazón, pero que cuando me cabreo se me pone la misma cara roja que se le ponía a Campanilla cuando se enfadaba y entonces es mejor darme la razón hasta que se me pase el cabreo, que se me pasa rápido, por supuesto.

Yo le he dicho que quizás tenga razón, quizás sea un hada que quiso ser humana. Así que ya veis, aquí me encuentro atrapada en un mundo que me gustaría cambiar pero que me es imposible hacerlo, un mundo en donde lo diferente no es especial y debe perseguirse.

En realidad, es un mundo lleno de miedo en el que se lucha cada vez más por convertirnos a todos en personas idénticas, un mundo inconformista donde se quiere avanzar, pero se pisotea al que avanza más rápido.

La serie Gift me ha hecho reflexionar sobre todo esto, su entramado está bien construido y sus protagonistas son buenos actores reflejando toda esa frustración que representan sus papeles.

Y a vosotros, lectores, os dejo con una pregunta: ¿Si alguien os contara su secreto saldríais corriendo?

Por María Beatriz Muñoz Ruiz