Si el niño se aferra a las luces de un libro, se enamora de la llamarada de la vida y sus grandes beneficios para la memoria y la imaginación. «De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro», según el poeta Jorge Luis Borges.

Algo así ocurrió con el niño Tony Rafael Munguía Hernández, nacido en Managua, el 24 de julio de 2013, hijo de la poeta Albert Hernández y de Rafael Munguía, quien a su edad no solo se ha convertido en un gran lector, sino en un gran artista talentoso.

Una noche de tantas, Tony Rafael, le dijo a su madre que por favor no le apagara la luz del cuarto, porque deseaba seguir leyendo el libro, su primer libro, que lo había enamorado y empezaba a brindarle las primeras grandes luces de la sapiencia infantil con creatividad.

Hacía poco, había comenzado a leer El lazarillo de Tormes, el gran libro de Lázaro con el clérigo, el escudero, el fraile, el buldero, el capellán y el alguacil, y estaban tan interesantes la historias que solo pedía un poco más de luz para leer los asientos de fortunas y adversidades.

El libro, El Lazarillo de Tormes, le fascinó tanto que lo ha leído cinco veces y, desde entonces, cuenta y comenta esas historias y la lectura se ha convertido en una de las actividades más importante del hogar y de la escuela para su formación intelectual.

Después leyó Platero y yo de Juan Ramón Jiménez a quien le dijo un día, como si lo tuviera enfrente de sus ojos, que muy pronto sería como el español autor de Platero y yo para ser Platero y y tú, Platero y él, Platero y vos, Platero y nosotros, Platero y ellos que todo se aprende con libros.

También ha leído la Biblia, el libro de libros, y muy claro se le quedó la escena dramática de la mujer de Lot convertida en estatua de sal por mirar hacia atrás sin haber para qué… Observar el infierno de Sodoma, según Carlos Martínez Rivas, el gran poeta nicaragüense de La Insurrección Solitaria, fue para ver si ardía en llamas el amante de Edith.

Así lo plasma el poeta en su gran poema Beso para la mujer de Lot: «Dime tú algo más. /

¿Quién fue ese amante que burló al bueno de Lot / y quedó sepultado bajo el arco / caído y la ceniza?» ¿Qué / dardo te traspasó certero, cuando oíste / a los dos ángeles / recitando la preciosa nueva del perdón / para Lot y los suyos?

Otras obras leídas por el niño son: Ajena a sus caricias, una novela de Cenelia Rostrán, la Antología 19 / 21, la Antología Unidos a una voz, Canta, trina, canta y Serenito, su nueva y última adquisición, el cual comenzó a leer anoche y lo terminó hoy en la mañana.

¿Sabe, me preguntó Tony Rafael, qué me gustó de Serenito?, refiriéndose a mi libro de cuentos infantiles que acababa de leer en El Rincón de los Suspiros Agónicos, aquel hermoso escenario creado para el arte, la ciencia y la música por el doctor Omar Avilés en Matagalpa, Nicaragua…

Aquella parte, me dijo Tony Rafael, cuando la maestra le pregunta al niño y personaje principal del cuento El primer día de clases: ¿Qué letra es esta?, señalando la vocal e. Y el niño, Serenito, de adelantadito se levanta y sin saber, le responde: ¡Maestra, ese es un 9!

Cuando el niño Tony Rafael se refirió a ese hecho de la historia de uno de mis cuentos, me tocó el alma y el orgullo infantil. ¿Sabés a quien le pasó esa anécdota?, le pregunté a Tony Rafael, señalando la confusión del 9 por la e que el personaje confunde en la historia del libro.

No sé, me dijo el niño, Tony Rafael, mientras se veía asustadito e interesado en la historia del cuento… Acto seguido, le dije de pronto: pues a mí me pasó esa historia. Yo confundí el número 9 con la vocal e, cuando apenas cursaba mis primeros días en una escuela.

En efecto, cursaba mi primer grado en la escuela rural de Paso de Lajas, municipio de Telica en el departamento de León, Nicaragua. Aún no sabía leer ni escribir, pero ya me sabía varios números del arábigo y algunas letras del abecedario español.

En la casa, mis primos, jugaban a las cartas y pronto yo también jugué el casino con naipes. Allí aprendí la A, la J y la K que son partes del naipe, pero no conocí las otras vocales y consonantes. Incluso, ya contaba hasta 99 y fui mi primo Jairo Herrera quien me dijo que después de 99 seguía 100.

Tony Rafael, quien me veía casi incrédulo de cómo había confundido el 9 con la e, estudia el cuarto grado de primaria en una escuela de Monseñor Lezcano de Managua, donde su maestra Elixandra Reyes, seguramente, aprovecha ese talento del niño lector.

A sus 9 años se ha leído al menos unos 9 libros, pero además ha escrito 11 poemas y 8 cuentos que pronto esperan ver la luz para beneficio de la literatura escrita por niños. Además, es un niño ejemplar que dibuja y pinta, declama y hasta sirve de modelo en alguna pasarela de niños.

Tony Rafael es un ejemplo de cómo el libro tiene un gran valor para el crecimiento corporal y espiritual del niño y su posterior desarrollo intelectual, científico, artístico y educativo. Se nota, pues, el gran trabajo educativo, literario y poético que ha ejercido su madre en su formación.

Ojalá, Tony Rafael, tenga siempre las luces encendidas de su cuarto y las de su imaginación y la memoria para encontrar la luz de los libros y sean las extensiones de sus creaciones artísticas y literarias que con el tiempo habrá de desarrollar en la literatura nicaragüense.

A manera de ejemplo, leamos algunos de sus textos escritos que, a pesar de sus nueve años de edad, ya muestra cómo los libros son definitivos para el crecimiento espiritual e intelectual de los grandes seres que empiezan a manifestar su poesía.

Los pajaritos son tranquilos
como el viento de nostalgias,
y un horizonte al amanecer,
como un viento enojado ante la vida roja.
La muerte ha llegado porque vida es muerte.
En mi cuaderno puse la tierra
acostada en el papel.
Con una rosa de vainilla
y con pajaritos de almíbar.
Los niños juegan fútbol con
la luna de agua.
La tierra abre las hojas de papel cuando se despierta.
Así los reuní.

Matagalpa-Telica, León, Nicaragua, 13-15 de febrero de 2022.

Por:Pedro Alfonso Morales
[Telica, León, Nicaragua, 13 de mayo de 1960]. Es poeta, escritor, compositor y profesor de Lengua y Literatura. Cursó primaria en la escuela de Paso de Lajas, Telica, y en la John F. Kennedy, León. Bachiller del Instituto Nacional de Occidente, Benito Mauricio Lacayo [INO], León. Cursó Lengua y Literatura y Derecho en la UNAN-León.

En el siguiente enlace puedes conocer más de su trayectoria literaria: https://panamapoetico.com/pedroalfonsomorales/