Como cabe suponer, los pueblos de Etiopía y Túnez están tan mortificados por las próximas elecciones en Venezuela, que la señora Tibisay Lucena se lanzó un periplo intercontinental con el único fin de calmarles la angustia. Periplo bien extraño, porque basta asomarse al Mapamundi para darse cuenta que el esfuerzo de la rectora Lucena, brincando de país en país africano, era simplemente para llegar hasta Rusia sin tener que pasar por ninguno de las 28 naciones que conforman la Unión Europea porque, vaya castigo, la Lucena tiene prohibido pisar ninguna.

Primera conclusión: el verdadero fin de la gira era entonces llegar a Rusia aunque fuese saltando de Túnez a Etiopía. Conclusión que a su vez lleva a una pregunta ineludible ¿Y cuál es el interés de la rectora en empujarse hasta Rusia a poco más de un mes de las elecciones en Venezuela? Porque si bien ayer anunció felizaza que una delegación rusa vendría a acompañar el proceso -como si se tratara de un logro mayúsculo en vista de que ningún país del planeta ha decidido validar el fraude-, lo cierto es que pareciera que la señora Lucena ha ido a Rusia solo para cotejar con las autoridades electorales de allá si todo lo que el CNE ha hecho en Venezuela será suficiente para que Nicolás Maduro gane sin problemas.

Porque si de algún organismo se ha copiado el CNE todas las tramposerías posibles para que su candidato gane, ese seria sin duda la Comisión Electoral Central rusa (CEC), que lleva años de experiencia en eso de impedir que nadie se atreva a ocupar el lugar de Vladimir Putin en la presidencia o detrás de ella. Y bastan pocos ejemplos para llenar el “check list” de Tibisay de tal modo que en Venezuela, como en Rusia, todo esté perfectamente engrasado para el triunfo de Nicolás en Venezuela y el de Putin allá.

Veamos:

  1. En Rusia se inhabilitan a los potenciales candidatos opositores que puedan pelearle el coroto a Putin. En Venezuela también. Allá impiden que el popular Alexei Navalny se postule inhabilitándolo por un presunto caso de corrupción y, además, lo metieron preso tres veces. Igual que en Venezuela, donde inhabilitaron a Henrique Capriles y metieron preso a Leopoldo López.
  2. En Rusia Putin controla los medios de comunicación y las instituciones políticas, como la Comisión Electoral Central y el sistema judicial, proceso que se remonta al año 2000. En Venezuela también y casi desde el mismo año.
  3. Putin ha ganado porque ofrecía estabilidad y prosperidad, pero en vista de que no lo logró, lleva diez años culpando a los enemigos externos e internos de todos los problemas del pueblo ruso. Rusia es la víctima amenazada por el imperio norteamericano. ¿Les suena?
  4. En Rusia algunos políticos, activistas y periodistas críticos del gobierno han sido asesinados o encarcelados en los últimos años. Vladímir Golovliov, Valentín Tsvetkov, Serguéi Yushenkov, Yuri Shchekochijin, Paul Klébnikov, Andréi Kozlov, Anna Politkóvskaya y Natalia Estemírova son sólo algunos de ellos. Pero el caso más escandaloso es el de Boris Nemtsov, a quien asesinaron en plena vía pública, como hicieron con el comisario Oscar Pérez. En Venezuela hay más de 300 presos políticos, cientos de asesinados en las protestas y más de un nombre emblemático tras las rejas, como Baduel, Rodríguez Torres o cualquiera que parezca una real amenaza para el gobierno.
  5. En Rusia, el organismo electoral hace trampas para que la oposición no gane una. Por ejemplo, el caso de Mikhail Kasyanov, quien fuera primer ministro de Putin hasta 2004 y luego decidió enfrentarlo en las urnas. Como líder del Partido de la Libertad del Pueblo aspiraba a competir en las elecciones de 2008 pero a pesar de haber reunido los 2 millones de firmas que necesitaba para postularse, la Comisión Electoral lo rechazó con el argumento de que un 13% eran inválidas. Nunca explicaron bien por qué.

En Venezuela sobran los ejemplos de los abusos del CNE. Desde los días de Jorge Rodríguez, quien saboteó el revocatorio contra Hugo Chávez, hasta la administración de Lucena, quien ha manipulado e impedido el revocatorio contra Nicolás Maduro, ha cambiado los centros electorales para beneficio del Psuv, permite cualquier abuso de poder desde Miraflores y se niega a reconocer, por ejemplo, que Andrés Velásquez ganó las recientes elecciones de Gobernador en Bolívar.

Pero si estas similitudes parecieran pocas, hasta la manera de definir el gobierno de Putin se parece al de Nicolás Maduro. No es una dictadura abierta porque, presuntamente, ganó con el voto popular. Pero es aquí donde el profesor Sean Roberts, quien da clases de política internacional en la Universidad de Portsmouth, logra definirlo a la perfección: ambos son un caso de “autoritarismo electoral”. Y una de las características de ambos gobiernos es que, a pesar de que los opositores populares y peligrosos son vetados, no se llega a un modelo de partido único como en la Unión Soviética. “Entonces se produce cierta competencia, porque el régimen la necesita, porque sólo así las elecciones proveen legitimidad”

Leamos entonces lo que propuso el opositor ruso Navalny después de haber sido vetado: “El proceso al que estamos invitados a formar parte no es una elección. Sólo Putin y los candidatos que él ha elegido personalmente y no representan ninguna amenaza, pueden participar. Anunciamos una huelga de voto. Vamos a pedir a todo el mundo que boicotee estas elecciones, no reconoceremos los resultados”.

Resultados que fueron tan poco sorpresivos en marzo de este año que según la prensa rusa, hasta el propio Putin parecía aburrido, desplegando una campaña triste y deslucida. Igualito que Maduro.