Este alimento es uno de los más consumidos en la dieta diaria de miles de personas, pero no todos saben que al momento de manipularlo y cocinarlo se debe tener especial cuidado para no convertirlo en una fuente segura de intoxicación alimentaria como la salmonelosis.

Lo primero que se debe hacer antes de preparar un huevo es comprobar que esté en buen estado y para ello existen dos formas de verificación que recomiendan los expertos:

  • Al momento de comprar los huevos debes fijarte en la fecha de caducidad que está impresa en el envase.
  • Si crees que con el primer método pueden engañarte fácilmente entonces puedes comprobarlo de manera infalible al sumergirlos en agua. Si los huevos flotan quiere decir que están en mal estado y deben ser desechados, un huevo fresco no debe flotar y quedará sumergido en el agua.

A medida que pasa el tiempo el huevo envejece y su cutícula o capa protectora se llena de aire y se deteriora, lo que  hace que flote en el agua, advirtió Lluís Riera, director de la consultora de seguridad alimentaria SAIA, al periódico La Vanguardia.

Tampoco es recomendable lavar los huevos con agua, peor aún si no pretendes cocinarlos en ese instante, pues en su superficie se encuentra la enterobacteria Salmonella, al igual que en las carnes, y cuando entran en contacto con el agua esta se dispersa y probablemente llegue al interior del huevo debido a su porosidad. De esta manera solo se aumenta el riesgo de convertir este alimento en una fuente de infección en el organismo, explicó Mario Sánchez, tecnólogo alimentario y divulgador científico en el blog SefiFood.

Ambos expertos coinciden en que si se detecta suciedad en la superficie del huevo lo mejor es retirarla con un cepillo seco.

Otro error que observaron es que muchas personas al momento de abrir un huevo lo hacen en el borde del recipiente o sartén donde los preparan y esto aumenta el riesgo de contraer una infección porque la superficie del huevo no es limpia.

En la lista de errores ocupa una posición clave la forma como se separa la yema de la clara. Los expertos recomiendan no hacerlo con la cáscara, por la misma razón de limpieza que se mencionó, y como solución proponen separarla con ayuda de una botella de plástico que puede succionar la yema o en todo caso hacerlo cuidadosamente con las manos limpias para evitar cualquier tipo de infección.

Además, recuerdan que los microorganismos presentes en el huevo solo se eliminan si lo cocinamos a más de 75 ºC.

Los expertos concluyeron que el nivel de bacterias que se encuentran en la superficie de un huevo es prácticamente el mismo que se encuentran en las carnes o pescados crudos, por esta razón recomienda tener cuidado con la manipulación de estos alimentos al momento de cocinarlos, lavarse constantemente las manos y limpiar las superficies en las que han estado en contacto estos productos.