Despreciado por los españoles, reverenciado por los ingleses e identificado como el modelo de los corsarios del siglo XVI, sir Francis Drake es una de las figuras más interesantes de la centuria que siguió al encuentro de los europeos con América. Como parte de las maniobras encaminadas a entorpecer la dominación española en el Nuevo mundo, por orden de la reina Isabel I a Drake se le encomendó la exploración de la costa Pacífica de Surámerica.
El 15 de noviembre de 1577 zarpó de Plymouth, debiendo regresar a puerto por las malas condiciones climatológicas.
Finalmente, el 13 de diciembre de 1577 partió nuevamente a bordo del Pelican, con otras 4 naves y 164 hombres. A diferencia de otras travesías para llegar América, Drake no tomó la tradicional ruta del norte del Atlántico sino que bordeó la costa de África para alcanzar desde allí la costa brasileña y así arribar por sorpresa a los dominios españoles en el Río de la Plata. Toda la expedición de Drake estuvo caracterizada por el saqueo y el secuestro de diversas naves y lugares pertenecientes a naciones enemigas de Inglaterra.
Drake recorrió la costa chilena, donde saqueó Valparaíso y capturó varios barcos españoles, lo que le permitió usar sus cartas de navegación. En su periplo hacia el norte recaló para reparar su barco en una bahía californiana que hoy lleva su nombre. Luego puso rumbo oeste a través del Pacífico y llegó a las Molucas, las Célebes y Java, bordeó el cabo de Buena Esperanza y finalmente volvió a Londres en septiembre de 1580 con una gran carga de especias y tesoros. Fue aclamado como el primer inglés que había dado la vuelta al mundo y la reina le nombró Sir. Después fue alcalde de Plymouth, miembro del Parlamento y vicealmirante de la Marina Real.
Muchos de los detalles de la historia de este viaje se perdieron ante el celo que se tuvo por los descubrimientos realizados por el corsario y también para omitir algunos hechos que pudieron ocasionar cólera entre la monarquía española. El 26 de septiembre de 1580, Drake arribó a Plymouth junto con los 59 tripulantes restantes de la expedición, trayendo consigo una preciada carga de especias y riquezas capturadas a los españoles durante el trayecto.