Abraham Lincoln (Hodgenville, Estados Unidos, 1809 – Washington, 1865) Abogado y político estadounidense que fue el decimosexto presidente de los Estados Unidos (1861-1865). Siempre evocado como el presidente que abolió la esclavitud, Abraham Lincoln es una de las figuras más admiradas de la historia estadounidense; la honestidad, la fortaleza de espíritu y la profundidad de su pensamiento y de sus convicciones, patente en sus escritos y discursos, sobresalen entre las virtudes de un estadista cuya actuación no estuvo exenta de vacilaciones.

Lincoln no apoyaba la abolición de la esclavitud en los estados en los que ya existía, sobre todo en los del sur; cada territorio debía legislar al respecto conforme a la conciencia de sus ciudadanos. Sin embargo, se opuso fervientemente a que se instaurase la esclavitud en aquellos otros en los que no estaba autorizada. Particularmente célebre por la vehemencia de su verbo y la solidez de sus argumentaciones fue el discurso antiesclavista que pronunció en la ciudad de Peoria (Illinois) en 1854.

En 1856 se constituyó en los estados norteños un nuevo partido claramente abolicionista, el Partido Republicano, que se consideraba heredero de la tradición política del presidente Thomas Jefferson. Comprometido con la causa contra la esclavitud, Lincoln se afilió al Partido Republicano el mismo año de su fundación. Derrotado de nuevo en las elecciones al Senado de 1858, la intensidad de la campaña antiesclavista y los duelos dialécticos que mantuvo con el candidato demócrata Stephen A. Douglas, elegido en la ocasión, le devolvieron la popularidad perdida; los debates revelaron sus extraordinarias dotes de orador, la profundidad de su pensamiento y de su preparación, la madurez de su juicio y una gran fe en su misión.

El 27 de febrero de 1860 un nutrido auditorio de Nueva York se rindió ante uno de sus más memorables discursos (reproducido al día siguiente en todos los periódicos), al que siguieron otros once no menos aclamados en distintas ciudades. La moderación de sus posiciones fue decisiva para que el 17 de mayo de 1860 la convención republicana de Chicago lo eligiera candidato a la presidencia en detrimento de William H. Seward, representante de los abolicionistas más radicales.

La creación del Partido Republicano sirvió no sólo para causar alarma e irritación en el sur, sino también para dividir al Partido Demócrata precisamente sobre la cuestión de la esclavitud. Así, a las elecciones de 1860 concurrieron cuatro partidos: los dos demócratas del norte y del sur, el Partido Whig y el Partido Republicano, cuyo candidato era Abraham Lincoln. El 6 de noviembre de 1860, favorecido por las divisiones internas de los demócratas, Lincoln ganó las elecciones a la presidencia. Los republicanos obtuvieron la victoria en todos los estados del norte, mientras que los otros tres partidos se repartieron los del sur.

Desgraciadamente, cuando Lincoln asumió la presidencia estaba llegando a su culminación una crisis nacional larvada desde principios de siglo: el enfrentamiento entre las dinámicas y modernas sociedades industriales de los estados del norte, que rechazaban la esclavitud, y la aristocracia de los terratenientes del sur, dueña de inmensas plantaciones que empleaban a millones de esclavos, y que veían en la supresión de la esclavitud el fin de su modo de vida.

Pese a que Lincoln figuraba entre los más moderados de los abolicionistas, su elección desencadenó la separación de los estados sureños, y ni siquiera su talante conciliador ni el vigor de su elocuencia pudo evitar la cruenta guerra de Secesión (1861-1865), que enfrentó a la recién creada Confederación sudista con la Unión de los estados del norte. Tras dos años militarmente adversos, Lincoln llevó a la Unión a la victoria; abolió la esclavitud, restableció la unidad de la nación y orientó decisivamente el país hacia el capitalismo industrial, sentando las bases que lo convertirían en una gran potencia política y económica.