Wilson Rogelio Enciso (Colombia, 1958). Nació un 4 de julio en Chaguaní, Cundinamarca, una hermosa localidad de Colombia, pero fue registrado el 15 de julio, lo que él dice nació un 4-15 de julio. Cáncer de horóscopo.

Como buen cáncer es una persona fecunda y regida por las emociones y posee una profunda fe. Poderosa intuición, leal, constante y protector con los que quiere.

Eso se refleja en su gran obra. Ya tiene cinco novelas publicadas, cuatro de ellas forman parte de una saga de quince novelas, ya todas escritas, pero sólo publicadas cuatro:

Y otra novela que trata sobre el amor: “Amé en silencio, y en silencio muero” (2017).

Ganador de numerosos premios y ante todo una gran persona que tiene a partes iguales bondad y una amplia formación; estudió en la universidad Ciencias Políticas y fue profesor universitario.

Entro en su casa, una casa que evoca el universo de sus novelas. Cientos de libros. Bonitos recuerdos de sus amigos y de sus seres queridos. Apenas lo he conocido y parece que lo conozco de toda la vida. Me hablaron de él y realmente me lo describieron como era: amable, pero no dócil, fiel y leal a sus amigos, pero no compadrea con cualquiera. Me pasa a su maravillosa biblioteca y conversamos frente a frente en esa maravillosa tierra que es Colombia.

¿Qué puedes decirnos de esa saga? Eres un autor que ha trabajado mucho antes de despegar como escritor de reconocido prestigio. ¿Tenías ya todo avanzado antes de llegar a despegar en la literatura tan triunfalmente?

Gracias, José Luis, no solo por llegar hasta mi Escondite Literario Tropical, aquí en la fría pero bonita Bogotá, sino por abrirme esta ventana hacia tu fantástico mundo, un universo de palabras e historias en el cual te mueves como la brisa por el bosque o sobre el ímpetu de las olas en la mar de las nostalgias humanas. Cordial saludo y abrazo, también, para la infinidad de tus lectores y seguidores alrededor del mundo.

En cuanto a tu primera pregunta, se trata de un relato novelesco, por capítulos, que abarca las vicisitudes de una sociedad, la Mencino, condenada a repetir una y varias veces su engrupida suerte de nostalgias y penurias sociales. En esta saga narro la historia política novelada de un país que, teniéndolo todo, como ninguno en el mundo, la mayoría de sus habitantes, los sin nada, de todo carecen, hasta de libre albedrío y, lo peor, de amor patrio. Lo que si les sobra es imbuida mansedumbre y capacidad de aguante y espera hasta para lo que saben, a ciencia cierta, que jamás les llegará.

En cuanto al segundo tópico que planteas, mi primera novela, ‘La iluminada muerte de Marco Aurelio Mancipe’, como lo reseñaste durante la presentación, fue en 2016, producto de un concurso en el cual fui finalista. Para entonces ya tenía escritas doce de las quince novelas de la saga y un buen número de relatos, que también he ido publicando.

Las otras tres novelas, aunque esbozadas, de alguna manera ya estaban concebidas. A estas las puse en contexto histórico para no desentonar y darle continuidad a la saga.

Lo más reciente son relatos que suelo publicar en varios medios, así como otra novela que se está cocinando en finas hierbas compradas en la plaza de mercado del barrio. Las doce primeras novelas las comencé a esbozar y a garrapatear desde hace unos cuantos años. Pero, ya como novelas, solo a comienzos de este milenio, específicamente del 2004 en adelante. ‘La iluminada muerte…’, específicamente, la perfilé entre el 2009 y el 2014, cuando la envié al IV Premio Internacional de Novela Contacto Latino, donde quedó finalista, momento a partir del cual, en 2016, como lo dices, despegué en la literatura.

Has ganado en este tiempo muchos y prestigiosos premios ¿Cuál de ellos te ha reportado más ilusión?

Suelo ser un hombre callado pero persistente en todo lo que me propongo. Entre esto, en los concursos literarios, se piense y se diga lo que se diga de ellos. Mi abuela solía decir que ‘Al que le van a dar le guardan’ y que ‘Al que se oculta casi no lo topan y por lo general se queda sin sopa’, de esto soy un convencido. Tan es así que no se imagina la cantidad de veces que he participado, sobre todo después de 2010. De cada uno de estos algo me queda de enseñanza y experiencia.

Por lo anterior, José Luis, cada que envío un manuscrito o un archivo a un concurso lo hago henchido de ilusión y convencimiento de que algo bueno puede y va a pasar… al menos que algún lejano jurado me lea. Que eso para mí es un premio, un galardón que me cuelgo en el perchero de mi alma.

Cuando me avisan que soy finalista, como en cinco veces ha pasado, estallo de júbilo, cual si hubiese recibido el máximo premio. Alegría similar padezco cada vez que veo una novela, narración, reseña o entrevista de mi autoría o relacionadas conmigo publicadas en alguna parte. Festejo que con muy pocos comporto. Vítores del alma que solo un escritor puede entender y disfrutar a rabiar en su solera.

¿Por qué te gusta escribir, ¿qué te motiva a contar historias?

Siento placer al hacerlo. Es algo indescriptible, tal vez solo comparado con el avistamiento de un atardecer, o de un amanecer, sobre todo en la ruralidad, en medio de la naturaleza prístina… y otros tantos placeres de estos, siempre gratis, sin costo, con solo el esfuerzo por querer refocilarse en ellos.

En cuanto a qué me motiva a contar historias, la respuesta es simple, al menos para mí, pero trataré de hacerla universal. Mira, José Luis, porque estoy condenado a hacerlo, ya que gran parte de las historias que cuento me suelen buscar, llegan a mí, así esté aquí, en mi Escondite Literario Tropical. Con mayor razón cuando salgo a la calle, cuando doy una vuelta por el barrio, todavía más cuando voy de gira por algunos pueblos a donar en sus bibliotecas algunas de mis obras. Ahí es cuando, sin buscarlas, me las topo de frente, en los ojos de la gente, en sus palabras fugaces que por casualidad escucho a su paso, o tomándome un delicioso café en alguna tienda, hasta en un bus de transporte público, como me pasó con la idea principal: ‘las preñeces pagas’, de la ‘La iluminada muerte de Marco Aurelio Mancipe’; tampoco faltan las que algunas personas, cuando se enteran o alguien les dice que escribo, se me acercan y me sueltan tremendas historias ¡imposibles de ignorar o dejar pasar!

Has escrito quince novelas, y están listas, según dices, ¿por qué solo cuatro publicadas?

Hay dos poderosas razones… o tal vez más, pero las podría resumir así: lo mío no es cuestión de negocio, sino de amor por las letras. Además, porque escribo más rápido de lo que mi bolsillo puede sufragar en cuestión de gastos de edición, publicación, distribución y comercialización. Escribo, antes que nada, para ser leído, no tanto para figurar en las vitrinas de las grandes ligas libreras o para estar en boca de los expertos de la gran crítica, a quienes respeto y admiro mucho por tan complicada y dura labor, casi siempre ingrata.

Esto para nada significa que el producido de mis obras sea ignorado o rechazado. Por el contrario, de esa manera, entre más llegue a ‘facturar’, no solo publicaría más rápido las que tengo inéditas, también llegaría antes de morirme a las 1150 bibliotecas municipales de Colombia que tengo planeadas y a otras tantas en otros países del mundo, en desarrollo de mi iniciativa para incentivar la lectura en la población, sobre todo la ubicada en lugares apartados.

A todas estas, eres gestor de una iniciativa literaria: “Una novela para cada escuela” ¿Nos puedes hablar sobre ella?

Es una iniciativa para incentivar la lectura en la niñez y la juventud desde el aula, y no solo en las ciudades, especialmente en pueblos y lugares remotos donde es un poco más difícil que los muchachos tengan acceso a ciertas obras, como las mías.

De niño, allá en mi Chaguaní de ensueño y sueños, creo que no había biblioteca. A mí el gusto por leer nació porque mamá llevó un día una novela y yo la leía a hurtadillas: ‘La hora veinticinco’, es el título. Solo viene a tener acceso a otras obras años más tarde, ya en Bogotá, tras el desarraigo social por el cual mi familia tuvo que dejar mi bucólico pueblo.

De alguna manera estos hechos constituyen la esencia de esta iniciativa que consiste en llevar y donar mis obras de pueblo en pueblo, de biblioteca en biblioteca, para que los niños y jóvenes, y también los adultos, algún día se las topen y las lean. Ya van casi ciento cincuenta obras mías donadas.

Espero que al morir y con el paso de los años los réditos de mis obras sean destinados para hacer llegar a cada biblioteca, de cada rincón del mundo, mis obras completas; así como para patrocinar un premio para escritores no convencionales. Tareas que les estoy dejando a mis hijos, nietos y bisnietos cuando lleguen.

¿Te consideras un escritor profesional?

En absoluto, si te refieres a que si soy docto o egresado de alguna facultad relacionada con letras o carreras inherentes. Como acabo de manifestar, soy un escritor no convencional. Me formé a punta de lectura en bibliotecas en Bogotá, especialmente en la del Concejo y la Luis Ángel Arango, lugares a los cuales solía ir y durar tardes enteras leyendo. Luego, cuando trabajé y obtuve algunos centavos, me suscribí al Círculo de Lectores y pedía, al menos, una novela cada mes. En esos libros algo aprendí de cómo narrar, que, en mi caso, algún purista dirá: ¡garrapatear letras con poco agregado literario!

Escribo por impulso y gusto, como me sale, con lo que tengo adentro.

La mayoría de tus obras tratan el problema de la corrupción de la persona. Un tema demasiado frecuente en este mundo actual y que afecta de forma global ¿Qué es lo que te motiva a tratar ese tema, desgraciadamente, tan actual y globalizado? ¿Tiene solución este problema?

Responderé primero tu segunda inquietud. ¡No!, en tanto en el mundo el dinero sea el precio de todas las cosas y, al de mayor metal en sus alforjas los demás seres humanos le tengamos que rendir pleitesía y obediencia ciega, para evitarnos algún problema insoluble o hasta una muerte pendeja.

La corrupción es una pandemia de fatal y rápido, no solo contagio, sino desenlace. Se contrae desde la adolescencia, nunca en la infancia, se agrava en la juventud y hace metástasis en la adultez. Aunque algunos ancianos sobreviven al virus, es peor, porque suelen incubar variantes sin cura y más perversas que pronto diseminan entre los suyos y círculos de frondío poder.

Así las cosas, siendo la corrupción la maquillada reina de bastos en los casinos de los negocios y el papel de limpieza en los excusaos de los gobiernos en todo el mundo, más ahora con el embeleco de la globalización, y en donde se decide a toda hora la suerte de la entumecida humanidad, ni modo, este tema: la corrupción, no podría dejar de ser el principal personaje etéreo en toda la saga.

¿Qué opinas de la ética y la moralidad?

La humanidad, sobre todo la actual, y seguramente le acaecerá a la venidera, tiempo hace que perdió la brida de su compostura, no solo en lo individual, sino colectivamente. Esa guerra entre el bien y el mal la ganó, y de lejos, el segundo, por la proclividad del individuo, impuesto por el colectivo, que a su vez se alimenta de las acciones de cada uno. Y difícil será, si no es que imposible, que se le destrone, que se le quite la corona de oropel al mal actuar del hombre.

Las costumbres insanas del colectivo influyen en el carácter y la forma de ser de cada individuo, que, por más que quiera o le nazca ser bueno, termina doblegado por el mal obrar colectivo que por doquiera arrasa cuanto vestigio de civilidad exista, ¡como ola gigante en puerto!

En mi pueblo, en mi época, había un dicho que nunca me gustó, ni siquiera cuando solo era un niño y tal vez no entendía su etimología y alcance: ‘Cada alcalde manda y jode en su año…”, acompañado de un perverso complemento: ‘…por eso aprovecha su cuarto de hora’.  Estribillos que cada vez uno ve que se aplican al dedillo, incluso por los poderosos dignatarios de las grandes potencias.

Tal vez con este galimatías, José Luis, responda tu pregunta, ¡eso espero!

Nuevas tecnologías y literatura. ¿Cómo compagina la literatura clásica y estas nuevas tecnologías? ¿Te manejas bien con ellas?

No termino, ni creo que terminaré de familiarizarme, mucho menos de adaptarme a las nuevas tecnologías de la comunicación, las ‘TIC’. Con decirte que mi nieto de ocho años a veces me colabora con algunas cosas. En cuanto a literatura clásica sigo siendo adepto al libro impreso, ojalá en pasta dura. Me cuesta mucho trabajo saborear un Gógol sobre la pantalla. Las veces que lo he intentado, por ejemplo, ‘Las almas muertas’ me parecen que están vivas.

Sin embargo, gracias a mi editora en Columbus, Ohio, todas mis obras están disponibles en cuanto formato existe: impreso, libro electrónico y plataforma de lectura por hoja… y en cualquier lugar del mundo.

Proyectos en curso de publicación o escritura, ¿me puedes compartir sus títulos?

Bueno, durante este 2021 publicaré una nueva novela, la quinta de la saga. En principio su título podría ser ‘Matarratón’, sujeto a las recomendaciones de cambio que formule mi editora. Trata de un personaje al servicio del Estado, pero con una característica ‘rara’ e incómoda en esa sociedad: la honestidad. Pecado social este que lo lleva a conocer y a enfrentar al peor de los sátrapas de la politiquería nacional, quien, pese a morir de viejo tras hacerle todo el daño posible al país, le gana la guerra a Carlos, al protagonista, y de qué triste manera: mediante el uso de la maldad, la ambición y la mezquindad.

Tengo en desarrollo una novela, casi en sus postrimerías, de la cual solo diré que es una visión y opción de cambio diferente que dos hombres adultos, uno del doble de la edad del otro, creen encontrar frente a una sociedad camino a la hecatombe, mediante el hijo del más joven, quien resulta ser el nieto del viejo.

Hay más proyectos, como el de escribir al menos un relato mensual para publicar en varios medios, entre estos: en la Revista Latina NC, Escondite Literario Tropical, wrenciso.com y otros, así como seguir auscultando convocatorias literarias para participar y lanzar la red a ver qué atrapo.

Durante la entrevista degustamos un maravilloso Juan Valdez Cumbre Premium que nos trasladó a otros tiempos mejores. La entrevista termina y me despido de un hombre humano, cotidiano y profundamente tímido en la cercanía que conjuga a la perfección timidez con humor.

Por: José Luis Ortiz