Entre 1917 y 1920 el mundo sufrió una pandemia de influenza (mal llamada gripe española), que provocó la muerte de millones de personas. Hasta hace un tiempo muchos especialistas imaginaban que ante otra aparición de una epidemia o pandemia, dados los avances tecnológicos, la nueva sociedad podría hacer frente de manera satisfactoria, a este tipo de eventos.

Cuando se empezó a divulgar sobre la diseminación de un nuevo virus en los primeros meses del 2020, algunas autoridades de salud del mundo indicaron que sus sistemas de salud estarían preparados para atender cualquier epidemia, ¡vaya! ingenuidad o exceso de confianza de los supuestos entendidos en la materia.

En febrero al ser consultada en nuestro país una viróloga sobre el tema del COVID19, ella explicó que era algo difícil la llegada de ese tipo de enfermedad contagiosa. Pese a lo anterior, pocos días después se dio el primer caso de un contagio, y casi al terminar el mes de marzo, los contagiados llegaron casi a los 300. En otras palabras, este mundo que tanto se precia de notables avances tecnológicos y desarrollo económico de naciones como China, Italia, España, Francia y los Estados Unidos para citar algunas, ahora ha caído bajo el acicate de un virus de alta contagiosidad y mortalidad.

En los Estados Unidos, siempre se ha tenido la mentalidad paranoica de una guerra nuclear, por eso muchos de sus habitantes han construido especies de búnker o refugios subterráneos acondicionados con alimentos y agua, para varios meses. Ahora la aparición del COVID19, ha demostrado que tampoco la primera potencia del mundo estaba preparada para una “guerra” contra seres microscópicos, capaces de provocar muerte o gravedad. Tan solo la ciudad de Nueva York, ha caído en el colapso de sus sistemas hospitalarios y otros aspectos de estrategia y logística en materia de salud, prevención, control y erradicación de la epidemia.

En términos más generales, al 27 de marzo de este 2020, los Estados Unidos encabezaron el máximo de personas contagiadas (más de 100.000) por país y poco más de 1500 muertes por el virus. Todo esto demuestra que, los seres humanos somos más vulnerables de lo imaginado.

Por: Osvaldo Corrales Jiménez