El agua es fuente de vida, y sí está potabilizada adquiere mayor valor dado que es mucho más útil en las tareas domésticas, en las industrias y un sinnúmero de usos. Además, gracias al agua de los ríos y lagos, se pueden mover las plantas generadoras de electricidad, diseñadas con el sistema hidráulico.
Lamentablemente, las mismas fábricas e infinidad de actividades humanas generan mucha contaminación a los ríos, mares, lagos y manantiales al punto que mucha agua ya no es para el consumo (salvo que se de tratamiento potabilizador). Por eso, en muchos ríos no hay peces, batracios u otras formas de vida orgánica.
Además, se debe entender que el recurso hídrico es más frágil de lo imaginado, sino basta con ver como en tiempos de huracanes y temporales climáticos, los deslizamientos de tierra pueden obstruir nacientes de agua, dañar plantas de tratamiento de agua y los acueductos.
Entonces, en poco tiempo comunidades enteras pueden quedar desabastecidas del preciado líquido y con eso generar una serie de inconvenientes, como es el detenimiento de fábricas que necesitan del agua, o en el hogar y hasta ocasionar problemas de salud en la medida en que la higiene de edificaciones y demás procesos humanos, requieran del agua.
Además, el cambio climático antropógeno (causado por la acción humana) provoca en algunas zonas del planeta sequías, lo cual impacta negativamente la agricultura y ganadería, lo cual implica escasez de alimentos.
En vista de lo anterior, es necesario consumir el agua con responsabilidad, dicho de otra manera no desperdiciarla, y en cambio reflexionar que en lugares alejados hay miles de personas, que no tienen las facilidades para obtener agua y si la hay, no está potabilizada y puede ser portadora de enfermedades como el cólera, y otros microorganismos dañinos.
Por: Osvaldo Corrales Jiménez
Comentarista de temas cotidianos