Cali resplandece en la COP16: un hito ambiental y social

Consolidando la biodiversidad como un activo y compromiso global desde el corazón de Colombia

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Esta COP que se clausuró marcará un punto de inflexión. Cali ha entregado un aporte sustantivo con las voces de la gente, un diálogo de saberes y conocimiento social. Una ciudad que demostró estar a la altura de grandes eventos mundiales. Rompió récord de asistencia en una zona verde creada por primera vez para una COP, ubicada en el boulevard junto al río que lleva su nombre. Un sitio que se convirtió en un verdadero hormiguero humano.

Los visitantes sintieron el calor y la alegría de una ciudad como Cali. Se fueron felices del país de la belleza. Cali fue una gran vitrina de Colombia para el mundo. Ha sido invitada al próximo Foro Mundial de Ciudades en Egipto. Tendrá, a partir del próximo año, una Semana de la Biodiversidad para hacer seguimiento a los acuerdos de la COP y para continuar con el llamado al cuidado de la biodiversidad.

El pueblo caleño que estuvo a lo largo del evento con manos tendidas y generosas hacia los visitantes, ahora espera las manos de los gobernantes en la toma de decisiones respecto de la conservación de la flora, fauna y ecosistemas. Este evento devolvió el orgullo de ser caleño. Hizo historia al recuperar el sentido de pertenencia. Fue el renacer de la caleñidad, merced a los Vallecaucanos y especialmente a los caleños. Ojalá los gobernantes de turno aprovechen este buen momento para catapultar la ciudad con un nuevo icono, como referente mundial de sostenibilidad y biodiversidad.

Además, este evento fue un gran proyecto en el que, en corto tiempo, se alinearon la Alcaldía, Gobernación y Ministerio, por lo que se hace necesario extender un reconocimiento y agradecimiento a los empresarios, líderes comunitarios, medios de comunicación, comunidades étnicas, la Alcaldía, la Gobernación, la Presidencia de la República y su gabinete en pleno que apoyaron la realización del evento y plantearon posturas contundentes.

El balance final deja muchas relaciones y conexiones internacionales, así como acuerdos de cooperación en cifras millonarias. Se generó una gran conciencia de biodiversidad. Cali pasa a ser parte de las cumbres de ciudades que tratarán temas ambientales. La ocupación hotelera sostenida estuvo a full, ventas multiplicadas, taxistas haciendo su diciembre desde octubre, vendedores informales con una cara sonriente, artesanos, restaurantes y emprendimientos verdes encontraron en este encuentro un elixir a sus economías y reconocimiento.

Hubo un gran portafolio de espacios académicos y científicos, foros, conferencias, encuentros de saberes y etnias. Todos estos espacios promovieron una movilización positiva e inusitada que seguramente traerá consecuencias favorables para el país. La Biblioteca Departamental, la Casa Humboldt, la Cámara de Comercio, el Concejo Municipal, y las diferentes tarimas existentes en corporaciones y calles. Pero, de manera especial, las Universidades hicieron un esfuerzo para ponerse al día con la deuda histórica que han tenido con esta ciudad.

Esta movilización fue una lección al mundo. El poder de la sociedad civil se ha fortalecido en algunos casos y en otros ha comenzado a formar parte de una comunidad que se conecta a través de redes. Estas redes presionan desde ya a los gobiernos que no se han querido sumar para adelantar la implementación y cumplimiento de los acuerdos. Un avance significativo, sin duda alguna.

Cali ha demostrado que puede liderar con pasión y compromiso, recordándonos que el camino hacia un futuro sostenible empieza con pequeños pasos y grandes esfuerzos. El espíritu resiliente de la ciudad y su gente ha dejado una marca indeleble en todos los participantes. Esta COP no solo ha sido un evento, sino un llamado a la acción para todos nosotros. Porque, al final del día, cada uno de nosotros tiene el poder de marcar la diferencia. Y Cali, con su ejemplo, nos lo ha demostrado.

Evaluando ahora lo visto en Cali, se trató sin lugar a dudas de la mayor aula ambiental que haya tenido nuestro amado país. Ha sido la campaña ambiental más grande realizada en Colombia, que seguramente generará una mayor conciencia ambiental y creara un ícono más para la ciudad sede. La mesa está servida para convertir en Colombia, y especialmente en Cali, la biodiversidad en un activo donde la gente de diferentes etnias y culturas esté en el centro de las negociaciones.

Cali mostró un nuevo e interesante camino con la llegada de organizaciones, agencias, ONGs, cancilleres, representantes de alto nivel, viceministros y jefes de estado. El tema de la paz con la naturaleza fue una intención noble que nos invita a repensarnos con mayor seriedad y compromiso en la cultura de la biodiversidad. La intervención con autoridades de muchos países tuvo como una de sus conclusiones que no puede haber una próxima COP sin la vinculación de sus comunidades. Desde Cali se dio el ejemplo y de qué manera.

El tema de la seguridad, que fue una gran preocupación, terminó arrojando un balance muy positivo. Un éxito desde el punto de vista logístico. Además, en honor a la ciudad sede, se propuso un documento desde la presidencia en el que todas las empresas contribuirán con un fondo denominado «Cali “en el que un pequeño porcentaje de las ventas o utilidades de empresarios que contaminan, deban ir a las comunidades indígenas y afrodescendientes, cuidadoras de los entornos de biodiversidad.

Le corresponde a los niños y jóvenes de hoy levantar esta bandera de la conservación de la diversidad. El tiempo se acorta, apremia y serán ellos quienes, mediante acciones prontas y eficientes, provoquen nuevos cambios en las decisiones de los gobernantes, especialmente de los países que más nos contaminan, para que puedan detener el envenenamiento de aguas, aire y suelos.

Tienen que empoderarse y rodear al poder que se niega a la cultura de la vida. Tienen que actuar para detener la crisis climática que tiene una raíz económica y que nos está llevando hacia un abismo global. Jóvenes, en sus manos está el compromiso con sus territorios, con naturalizar a la humanidad, con dirigir inversiones hacia objetivos sociales y ambientales, con identificarse con el eslogan de un grupo de jóvenes ambientalistas que ofrecieron un foro, al que tuve el honor de asistir: «por la naturaleza, nos la jugamos toda. “y finalmente, por hacer que, como en la canción que es himno de esta ciudad que fue sede: Cali Pachanguero, podamos ver la luz de un nuevo cielo. No puedo pasar por alto, agradecerle a San Pedro por haber mantenido las llaves de los cielos cerradas para que no se empantanara el evento y, por supuesto, a nuestro amado Dios por habernos permitido vivir y deleitarnos como niño.

Escrito por: Carlos Alberto Arias Baquero
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