La lucha por un presupuesto que responda a necesidades reales, no a discursos vacíos.
En un contexto de crecientes demandas sociales, deterioro institucional y territorios olvidados, el Presupuesto Participativo (P.P.), que nació hace 36 años como una herramienta de democracia directa y de asignación equitativa de recursos, parece haber perdido su esencia. Diseñado para empoderar a la ciudadanía y permitirle decidir sobre la inversión de recursos públicos, hoy se ha convertido en un mecanismo desvirtuado, manipulado y debilitado por el centralismo técnico, la politiquería local y la ineficiencia administrativa.
Durante la reciente audiencia pública convocada por la Contraloría Municipal, en la que se presentó el balance de la auditoría sobre la ejecución del P.P., se evidenciaron profundas fallas: recursos sin ejecutar, obras abandonadas, contrataciones sin transparencia, capacitaciones en manos de operadores sin control, y la preocupante omisión de secretarías como Infraestructura, Seguridad y Justicia, Desarrollo Territorial y Participación Ciudadana.
No se puede seguir validando un sistema que exige a los barrios «traer tres problemas con tres causas y tres efectos» sin tener previamente un Plan de Desarrollo formulado con planeación participativa y articulada con el del municipio. Esta improvisación técnica, muchas veces impuesta por la Secretaría de Planeación, ha terminado por desvirtuar el objetivo del P.P., que debería ser una herramienta de planificación estratégica, no una feria de proyectos para mercaderes.
La Escuela de Líderes, desde su compromiso con la formación ciudadana, puso sobre la mesa este tema en su conferencia del pasado mes de mayo. Allí plantamos una semilla para que más personas comprendan, exijan y transformen el modelo actual de P.P. Hoy, ese despertar colectivo está germinando. Se siente en los debates, en las denuncias, en el clamor por un modelo transparente, justo y realmente participativo.
¿Qué exigen las comunidades?
- Adición presupuestal real a todas las comunas y corregimientos. Basta de limosnas disfrazadas de participación.
- Revisión inmediata de los acuerdos y normativas locales, cuyas fórmulas de distribución están basadas en índices obsoletos e injustos: estratificación, población y esfuerzo fiscal mal entendido.
- Fin a la manipulación política por parte de algunas instancias territoriales. Las decisiones deben volver a las manos de la ciudadanía.
- Planes de Desarrollo comunitarios hechos desde los territorios, no desde los escritorios de la administración.
- Aplicación de metodologías modernas y verdaderamente participativas como la MML (Metodología de Marco Lógico), no la metodología temporal impuesta que atropella los procesos.
- Cumplimiento de los marcos normativos existentes, que obligan a las secretarías a ejecutar recursos del P.P. y no a guardarlos o desviarlos.
- Equidad en la distribución: Hay ciudades con presupuestos similares que destinan porcentajes muy superiores al P.P., lo cual muestra que todo es cuestión de voluntad política.
- Revisión de la tarifa base para el P.P. Si se aplica inflación +2% para el presupuesto global, ¿por qué no se hace lo mismo con el presupuesto participativo?
- Supervisión a las Secretarías que no ejecutan generando falta de confianza Institucional. La ley es clara: los recursos no ejecutados se pierden y se convierten en superávit. Eso es negligencia y merece sanción.
- Desmontar simulacros de participación como los Consejos Consultivos donde se opina sobre la decisión de otros.
Llama poderosamente la atención que muchos Concejos Municipales sigan declarando en sus discursos que el P.P. crecerá de forma «considerable». Eso no ha ocurrido. Las partidas siguen disminuidas, los territorios siguen excluidos, y los proyectos siguen siendo un pobre remedio a problemas estructurales. En los debates de presupuesto, los concejales tienen la responsabilidad de garantizar que el P.P. tenga el peso que merece, en cifras robustas y con controles eficaces siendo coherente con los impuestos que recauda Hacienda Municipal.
Un Presupuesto Participativo bien ejecutado genera democracia, crea cultura ciudadana, fortalece el tejido social, mejora la transparencia y la efectividad del gasto público. No se trata de pedir por pedir: se trata de que los recursos lleguen, transformen y construyan futuro desde la base.
Desde la Escuela de Líderes seguiremos sembrando conciencia, educando en control social y apoyando los procesos de veeduría y acción comunal. Porque la ciudadanía no está dormida. Y porque este tema merece lupa, debate, control y acción inmediata.
No más simulaciones. No más fotos y firmas para validar procesos amañados. Queremos presupuesto participativo justo, con un presupuesto que atienda las necesidades básicas insatisfechas.