La pandemia y el confinamiento cambiaron muchas cosas en nuestra vida, y aunque parezca muchas veces que todo está volviendo a la normalidad, nada será nunca como antes, jamás volveremos a aquella normalidad, puesto que los recuerdos de esos momentos siempre aparecerán en nuestra memoria.

El mundo cambió, y como bien digo en mi poemario Silencio, el mundo quedó en silencio, y solo había miedo e incertidumbre ante una situación que no habíamos vivido nunca, una crisis sanitaria mundial que no sabríamos como terminaría.

Aunque nos pueda parecer que la gente es estúpida por ignorar en muchas ocasiones las medidas sanitarias, muchas personas crean una autodefensa e intentan olvidar aquellos días, intentan olvidar que aún existe el virus, pero lo que no saben es que, aunque traten de olvidar que existió, nunca podrán hacerlo.

Aún recuerdo la sensación de no ver a esa anciana que todas las noches se asomaba al balcón, el pánico cada vez que veías una ambulancia pasar, y sobre todo, recuerdo ese terrible silencio que solo se quebraba por el trinar de los pájaros, recuerdo llorar cada vez que veía las noticias y escuchaba los miles de muertos que había por todo el mundo, recuerdo llorar y vivir esos meses con la presión en el pecho y el miedo de que a mis padres les sucediera algo y no pudiera ir con ellos.

La breve distancia de diez minutos en coche, se hizo inmensa, y cuando se llevaron con ellos a mi abuela que estaba en el piso de arriba con mis tíos, un trocito de mí se alegró por ellos y otro se entristeció aún más, porque tampoco la tendría cerca a ella.

Estoy contando esto porque mi mente también se ha querido defender de aquellos recuerdos borrando ese dolor, pero una serie documental de Amazon Prime, me ha traído muchos recuerdos. La serie se llama G.E.O, en ella se graba a los candidatos al cuerpo especial G.E.O, y hace testigo al espectador de las durísimas pruebas a las que se enfrentan cada día.

Algunos de ellos abandonan en el primer día, otros no pudieron superar las pruebas, y los que quedan, luchan para llegar al final de un infierno por el que tienen que pasar para pertenecer al grupo especial de operaciones, la unidad de élite del Cuerpo Nacional de policía de España. Pero si pasan por ese infierno no es solo por pertenecer a ese cuerpo, es por servir a España, por protegernos y morir por nosotros si fuera necesario.

Y si se me ha venido a la mente el confinamiento al ver esta serie, es porque a mitad de la serie, les alcanzó el confinamiento por la pandemia. Entonces mis pensamientos y mis recuerdos han escapado de esa gran caja que tenía guardada bajo llave, y todos los sentimientos me han abordado bruscamente.

En la serie, siguieron con sus pruebas, pero en mi mente, recordé a todos esos policías que sí que estaban fuera, enfrentándose a un monstruo invisible y desconocido, un monstruo contra el que no valían las armas y al que se enfrentaban sin saber si iban a sobrevivir, porque ellos siempre estarán para velar por nuestra seguridad, aunque pongan en riesgo su propia vida.

Ya lo he dicho muchas veces, pero gracias, gracias a los que nos protegen, gracias también a todos los que cada día tenían que salir de casa para seguir proporcionando a la población esos servicios mínimos, gracias a los sanitarios que fueron nuestros héroes sin capas, y a todos los que contribuyeron cuando el mundo parecía destruirse.

Os recomiendo que veáis la serie, para que cada vez que alguien os diga que es G.E.O lo miréis de otra forma, con más respeto y admiración, porque ser G.E.O no es cualquier cosa, ni cualquiera puede serlo. Y cuando hablo de defender a España, no os imaginéis simplemente un territorio, mirad más allá, mirad a ciudadanos inocentes, padres, ancianos, niños… porque todos ellos son España, y a ellos es a los que se defiende.

Por María Beatriz Muñoz Ruiz